🪐 De Viaje por los Planetas [ 🎬 DOCUMENTAL ]
De Viaje por los Planetas.

Adéntrate en el infierno: viajando a través de la atmósfera de Venus

La ciencia ficción popular de principios del siglo 20 representaba a Venus como una especie de paraíso; con temperaturas agradablemente cálidas, bosques, pantanos e incluso dinosaurios.

Una especie de Parque Jurásico donde alguien ya quería llevar a turistas ricos de un solo día en busca de emociones.

Hoy en día, Venus difícilmente será percibido como un destino soñado para los futuros turistas espaciales. Como lo han revelado numerosas misiones en las últimas décadas, más que ser un paraíso, Venus es un infierno.

El documental:

https://youtu.be/0wVK3k7dVBQ

De Viaje por los Planetas:

Con un tamaño aproximadamente similar al de la Tierra, su superficie está plagada de temperaturas que derretirían el plomo, presiones 90 veces mayores que las de la Tierra, y nubes de ácido sulfúrico suspendidas en una atmósfera de dióxido de carbono y nitrógeno impulsadas por vientos de hasta 350 kilómetros por hora. Debajo de la deslumbrante manta de nubes que cubre perpetuamente al planeta llega poca luz para iluminar las altas montañas volcánicas y los enormes mesetas.

Es verdad... este planeta es un mundo infernal de infernales temperaturas, rodeado por una atmósfera tóxica, corrosiva y espantosamente "pesada"... A pesar de esto, hoy, 14 de marzo de 2047, me encuentro aquí, a bordo de un dirigible tipo HAVOC, que significa Concepto Operacional de Alto Rendimiento en la Atmósfera de Venus.

Este no es el primer aerostato que flota en la atmósfera de Venus. De hecho, es desde 2037 que la NASA y la ESA han comenzado el programa de exploración de este planeta.

El plan es utilizar dirigibles que puedan permanecer en la atmósfera de Venus durante largos períodos. Los aerostatos están llenos de oxígeno y nitrógeno, que son más ligeros que los elementos que componen la atmósfera de Venus y, por lo tanto, permiten flotar mientras proporcionan una gran cantidad de aire respirable para las tripulaciones.

Por extraño que parezca, la atmósfera superior de Venus, en la que me encuentro ahora, es lo más parecido al entorno de la Tierra que puede haber en el sistema solar.

La presión atmosférica a una altitud de 55 kilómetros es de aproximadamente la mitad de la que hay al nivel del mar en la Tierra, y la temperatura varía entre 20 y 30 grados. ¡Increible o no, bajo estas condiciones, incluso podría salir al exterior con un respirador y un traje químico simple, no presurizado!

¡Casi un paraíso...! Sin mencionar que las capas de nubes nos protegen bien de la radiación que viene del espacio... hay suficiente luz solar para generar energía con sistemas fotovoltaicos y la gravedad es del 90% de la de la Tierra.

El dirigible que me alberga no es el único que navega en estas latitudes, pero será el primero en llevar hasta la superficie una sonda presurizada, capaz de soportar la presión y el calor de ese infierno que está a 100 kilómetros bajo nuestros pies.

Si todo va bien, seré el primer hombre en pisar el suelo de este mundo absurdo; de lo contrario, simplemente seré el primero en morir en él.

La batiscafo a la que confiaremos nuestras vidas ha sido muy apropiadamente llamada Trieste... como la que en 1960 llevó a Jacques Piccard a explorar el fondo de la Fosa de las Marianas, a una profundidad de 11 mil metros.

Descender a la atmósfera de Venus será muy similar, de hecho, a un largo descenso a las profundidades del océano. En esto me acompañará el piloto y amigo Don Walsh, que tendrá la tarea de gestionar todos los parámetros de la misión.

La sonda consiste básicamente en una cabina esférica de dos plazas de 2,54 metros de diámetro. Está construida enteramente de carburo de tungsteno, que es básicamente una aleación ligera de gran resistencia al desgaste, la corrosión y el calor. El calor del exterior es absorbido por un acumulador térmico de hidrato de trinitrato de litio y un intercambiador de calor. Dos cámaras a bordo miran hacia afuera a través de escotillas de cuarzo de 5 centímetros de espesor.

La esfera está unida a un globo de fibra de carbono cubierto con doce centímetros de aislamiento de panal de abeja. El globo, de 25 metros de diámetro, está lleno de gases más ligeros que la atmósfera de Venus en el momento del ascenso.

Y eso debería permitirnos regresar al dirigible madre que nos espera a 50 kilómetros más arriba... Pero antes de eso, habrá la parte más peligrosa de toda la misión. Con un traje presurizado especial, tendré que pasar por el pequeño área de compensación ubicada justo detrás de los asientos, abrir una escotilla y, con toda la precaución de este mundo, intentar dar unos pasos sobre la superficie... solo lo suficiente para recolectar algunas piedras y algunos datos sobre la capacidad del traje para mantenerme con vida.

15 de marzo de 2042. Ya estamos a bordo del Trieste y libres de todos los lazos con el dirigible madre. Estamos listos para descender liberando progresivamente una cierta cantidad del gas contenido en el globo. El ordenador de a bordo calcula la velocidad de descenso ideal y la cantidad de gas a liberar.

T igual a 0 minutos.

Estamos a una altitud de 100 kilómetros. Durante los próximos 10 kilómetros, cruzaremos una capa muy delgada de la atmósfera, prácticamente imperceptible. La temperatura es de -114 grados.

El cielo sobre nosotros es absolutamente negro, una señal de que estamos sumergidos en una atmósfera intangible. A pesar de esto, el anemómetro indica que el viento sopla a una velocidad de 349 kilómetros por hora! ¡Una rareza que aún no podemos entender!

Venus gira muy lentamente, tardando unos 243 días terrestres en completar una revolución completa alrededor de su eje. Sí, lo has oído bien: un día en Venus es tan largo como 243 días en la Tierra. Incluso es más largo que un año, que en Venus solo dura 224 días terrestres. Sin embargo, la atmósfera de Venus gira 60 veces más rápido, por lo que las espesas nubes que rodean el planeta tardan solo cuatro días terrestres en completar una vuelta completa.

La atmósfera rápida transporta el calor del lado iluminado por el día, al lado donde es de noche, mitigando las diferencias de temperatura entre los dos hemisferios. Todavía no hay certeza sobre la causa real de esta superrrevolución. Lo cierto es que en un descenso sin control como el nuestro es necesario calcular bien el efecto que la fuerza del viento tendrá en nuestro destino final, que debería ser Navka Planitia, el lugar donde Venera 7 aterrizó el 15 de diciembre de 1970. la primera sonda en tocar el suelo de Venus.

T igual a 37 minutos.

Salimos de la capa más alta y nos sumergimos en una capa de niebla, a veces claramente visible, formada por diminutas gotas de ácido sulfúrico. La temperatura es de -73 grados y los vientos soplan a 322 kilómetros por hora.

T igual a 1 hora 53 minutos.

Procedimos a descender unos 20 kilómetros hasta que a una altitud de 70 kilómetros la niebla comenzó a espesarse y tomar un color amarillo ámbar.

Esta es la señal de que estamos entrando en la capa principal del sistema de nubes de Venus, donde se forman las nubes que solo podemos ver desde la Tierra en el ultravioleta.

Desde donde estamos ahora, es decir, dentro de las nubes, sin embargo, las nubes se pueden ver muy bien. Y son aterradoras. Impulsados por vientos de alrededor de 250 kilómetros por hora, estos gigantes racimos de dióxido de azufre saturados con grandes gotas de ácido sulfúrico sacuden la sonda de una manera muy desagradable. A veces también nos golpean violentas ráfagas de lluvia corrosiva, que muy probablemente está poniendo a prueba nuestros materiales. Sin embargo, esta lluvia pronto se disuelve y (disuelta por el calor) solo cae por unos pocos kilómetros.

A una altitud de alrededor de 55 kilómetros, la presión es la misma que sería en la Tierra en las altas montañas, y la temperatura incluso se vuelve primaveral.

Hemos alcanzado la altitud donde flota nuestro dirigible nodriza, junto con muchos otros. El viento, frenado por la presión cada vez mayor, se debilita cada vez más. ¿Rayos? Si los hubiera, sería un problema para nosotros, pero afortunadamente, el temor a la actividad eléctrica peligrosa en Venus, generalizado hasta hace veinte años, se ha demostrado infundado desde entonces. Desde el inicio del programa de exploración de dirigibles HAVOC hace diez años, solo en tres ocasiones se ha certificado la visión de una descarga eléctrica entre nubes.

Además de su composición, las nubes venusianas difieren de las terrestres por el mecanismo de su formación. En nuestro planeta, se forman como resultado del enfriamiento del aire ascendente que provoca la condensación del vapor de agua. Las nubes de Venus en cambio se asemejan al smog, ya que son el producto de reacciones químicas entre dióxido de azufre y agua desencadenadas por la luz solar.

T igual a 2 horas 33 minutos.

Por debajo de los 50 kilómetros de altitud salimos de las nubes y la temperatura comienza a subir bruscamente, alcanzando los 110 grados a los 45 kilómetros, con la presión ya el doble de la de la Tierra. La temperatura es tan alta que las partículas de ácido sulfúrico se disocian nuevamente en dióxido de azufre y vapor de agua, evitando así la formación de nubes.

De aquí en adelante, hasta los 30 kilómetros, descendemos mucho más silenciosamente a través de una capa de niebla bastante fina, compuesta de dióxido de azufre muy diluido. Por primera vez, podemos ver la superficie, mientras que los vientos disminuyen de intensidad y superan ligeramente los 100 kilómetros por hora. En este momento somos los primeros seres humanos en ver a Venus como un planeta rocoso con una superficie transitable, y no como una bola de gas blanquecina.

Vista desde aquí, la coloración general del planeta es gris-ocre, con una orografía más similar a la de Titán que a la de Marte. La impresión es la de un mundo que alguna vez prosperó, donde luego algo debió haber salido mal... Venus fue quizás un mundo habitable durante la mayor parte de su historia, luego destruido por el efecto invernadero en un proceso descontrolado.

En algún momento de su historia, la densa atmósfera de CO2 arrojada por la actividad volcánica explosiva debió haber calentado el planeta; causando que los océanos hirvieran y también todo el vapor de agua residual, condenando al planeta a la muerte con todo lo que lo habitaba...

T igual a 3 horas 33 minutos.

A una altitud de 30 kilómetros, incluso la bruma muy ligera que nos había acompañado después de salir de las nubes desaparece, y la atmósfera parece completamente despejada. La presión externa es 22 veces mayor que la de la Tierra y los vientos soplan a 90 kilómetros por hora. Pero lo más preocupante es la temperatura... ya estamos a 300 grados, y Don me dice que el acumulador térmico de litio está empezando a mostrar algún malestar. Decidimos proceder de todos modos.

T igual a 4 horas 14 minutos.

A una altitud de 10 kilómetros, Don me informa nuevamente que estamos bastante lejos del punto de aterrizaje previsto y que probablemente nos perderemos el encuentro con Venera 7 por al menos 40 kilómetros. No importa, eso habría sido la guinda del pastel, pero ciertamente no era el objetivo principal de la misión. Lo importante es aterrizar en terreno seguro.

¡La temperatura es de 392 grados! La velocidad del viento disminuye drásticamente: solo 25 kilómetros por hora. Nos preparamos para el aterrizaje.

T igual a 5 horas 43 minutos.

Don ha reducido la velocidad de descenso. Estamos a 100 metros y nos estamos acercando al suelo a un metro por segundo. La tensión es máxima. Estamos encantados con el paisaje que nos recibe, pero también estamos ocupados comprobando la eficiencia del acumulador, que ahora está a plena escala. La temperatura a 424 grados.

T = 5 horas 45 minutos.

Hemos tocado tierra. No hay tiempo que perder, pero Don y yo, sin decirnos una palabra, nos permitimos un par de minutos de incredulidad ante los monitores. Estamos en Venus. Fuera la calma es absoluta, el viento parece no estar allí. Nos perdimos el sitio Venera 7 por solo 32 kilómetros... No está mal.

T = 5 horas 47 minutos.

Según lo planeado, ahora solo tenemos 15 minutos antes de tener que dejar este infierno aparentemente pacífico. Don me ayuda a ajustar el traje presurizado y atornilla mi casco. Cierro la puerta de la escotilla de aire detrás de mí y abro la de la calle.

¿Voy o no? De todos modos, estoy conectado a la sonda por un cable de 15 metros que evita que el viento me lleve. De hecho, aunque en el suelo el viento sopla a 3 o 4 kilómetros por hora, debido a la presión puede ejercer un empuje enorme sobre los obstáculos que encuentra. ¿Podría ser esta la razón por la que el suelo parece haber sido nivelado y embaldosado? Pongo un pie en el suelo. Me apoyo en la escotilla y trato de averiguar cómo me siento. Estoy bien, incluso tengo frío.

Salgo, finalmente, y miro a mi alrededor. La luz del sol logra filtrarse a través de la espesa capa de nubes de manera bastante efectiva, iluminando la superficie del planeta de manera similar a como lo hace en la Tierra en un día cuando el cielo está nublado. Estoy rodeado de escombros y piedras planas de varios tamaños. No soy geólogo, pero entiendo que son basaltos, rocas eruptivas magmáticas típicas, producidas por la solidificación de la lava.

Entre las rocas, también hay algo de suelo arenoso de un color muy oscuro. No siento el calor, pero sí siento la presión ejercida por el viento, como la de una mano grande que intenta empujarme hacia adelante... con fuerza, pero muy lentamente.

Con esfuerzo, lleno el bolsillo delantero del traje con pequeñas rocas y piedras. Miro hacia arriba y a mi alrededor solo hay esta extensión interminable de rocas, todas iguales hasta el horizonte. Un paisaje desolado y desértico. Miro hacia una cámara y saludo a Don, quien evidentemente me está mirando dentro. Le doy un asentimiento que significa "todo está bien", pero dentro de mí estoy repentinamente asustado. Me estoy dando cuenta de mi situación: yo, parado en la superficie de otro planeta. Un planeta asesino, además.

La pantalla me dice que he estado afuera cuatro minutos. Doy la vuelta y me voy. Paso al compartimento y doy la vuelta para una última mirada. Adiós Venus, ya sé que te voy a extrañar en un minuto, y te voy a extrañar por el resto de mi vida. Vamos, vámonos de aquí, Don, vámonos arriba!

¿Cómo viajaremos a Marte? Marte, Marte, Marte… Todo el mundo ha estado hablando de eso recientemente. Los humanos siempre tienen un profundo deseo de explorar y buscar aventuras… desde los más pequeños hasta los más mayores. Y cuando se ponen algo en la cabeza, se vuelven imparables.

A lo largo de la historia, hemos viajado a través de continentes, navegamos en barcos, volamos en aviones e incluso lanzamos cohetes para descubrir nuevas tierras y empujar los límites de lo posible. Y hasta ahora, ningún desafío ha sido demasiado imposible de superar. Pero hay una aventura que aún no hemos abordado por completo, y es una de las grandes: un viaje de la Tierra a Marte. ¿Te imaginas ser parte de una tripulación que aterriza en el Planeta Rojo y da los primeros pasos en su superficie? ¡Eso sería salvaje!

Puede que hayas oído hablar de una serie llamada The Expanse y muchas más que han ganado una gran popularidad en los últimos años. Sigue a una tripulación de personajes en un mundo futurista donde los humanos han colonizado partes de nuestro Sistema Solar, de la Tierra a Marte hasta el cinturón de asteroides.

Exploran nuevos mundos, descubren conspiraciones y luchan por la supervivencia en un universo lleno de peligros. Y aunque aún no estamos al nivel del viaje interplanetario, el emocionante vistazo a cómo podría ser el futuro de la exploración espacial nos da la motivación para seguir adelante. ¿Te imaginas construir un territorio y expandirte a Marte? ¡Sería increíble ser parte de ese viaje y hacer historia! ¿Quién sabe qué descubriremos en nuestro camino al cuarto planeta del Sol?

Veamos juntos cómo sería este viaje...

Misiones anteriores.

Entonces, ¿qué hemos enviado hasta ahora a Marte?

Marte es un mundo interesante que está cubierto de polvo y tiene una atmósfera muy fina. A pesar de sus condiciones duras, Marte es un planeta dinámico que experimenta estaciones, tiene casquetes polares, y presenta cañones y volcanes extintos, todos los cuales conocemos un poco en la Tierra. Los científicos incluso han encontrado evidencia de que Marte era aún más activo en el pasado, lo que es emocionante explorar, y de hecho lo convierte en el planeta más explorado hasta ahora.

Hemos enviado varios tipos diferentes de exploradores robóticos a Marte para aprender más sobre él. El más avanzado de estos robots se llama Perseverance, que aterrizó en Marte en febrero de 2021. Es el rover más grande que se haya enviado a otro planeta y tiene la capacidad de tomar muestras del suelo y las rocas alienígenas.

También hay un helicóptero llamado Ingenuity que vino junto con Perseverance. Perseverance no es la única nave espacial que se encuentra actualmente en Marte. De hecho, hay bastantes! Recientemente, China incluso se convirtió en el segundo país en aterrizar con éxito un rover en Marte. También hay orbitadores que estudian Marte volando alrededor de él y tomando imágenes, como la misión Hope lanzada por los Emiratos Árabes Unidos y algunos otros. La sonda Hope nos está ayudando a mapear Marte por completo. ¡Échale un vistazo!

Toda esta exploración ha enseñado a los científicos mucho sobre el pasado de Marte. Han encontrado mucha evidencia de que solía ser mucho más cálido y húmedo, con una atmósfera más espesa. ¿Crees que estudiar Marte nos ayudará a entender mejor nuestro propio planeta y cómo se ajusta al esquema más amplio de nuestro sistema solar?

¿Cómo llegaremos allí?

Misiones Artemis.

Para llegar a Marte, primero necesitamos establecer una estación permanente en la Luna. ¿Por qué? Bueno, ir de la luna a Marte es mucho más fácil que ir directamente de la Tierra a Marte. La gravedad de la Tierra y la atmósfera espesa dificultan el lanzamiento de cosas al espacio de una sola vez.

Sin duda es agradable vivir en la Tierra, pero esto complica los viajes al espacio. En la Luna, sin embargo, no tenemos esos problemas. Vivir en la Luna será difícil, pero si lo logramos, la Luna sería el lugar perfecto para lanzar misiones a otros planetas.

El programa Artemis de la NASA tiene un objetivo a largo plazo de utilizar la Luna como un puerto espacial y una puerta de entrada al sistema solar. Las misiones 4 a 10 del programa Artemis se centrarán en aprender a vivir en la Luna. Encontraremos formas de utilizar los recursos que ya están allí, como rocas y metales, para construir nueva infraestructura. También intentaremos encontrar agua y oxígeno. Mientras tanto, la NASA y sus socios continuarán explorando Marte con robots. Incluso desplegarán un dron llamado Ingenuity para volar alrededor de Marte y tomar fotos.

El próximo gran proyecto de la NASA es construir una estación espacial que orbite Marte. La estación espacial no solo será una parada para los viajes a Marte; también será un lugar donde los astronautas puedan vivir por períodos de tiempo más prolongados. Uno de los objetivos de explorar Marte es traer muestras de rocas y suelos marcianos. Esto marcará el final de los viajes de ida a Marte y nos ayudará a aprender aún más sobre el Planeta Rojo.

La NASA nunca deja de sorprendernos con sus planes para hacer realidad los sueños más salvajes de la humanidad. Están trabajando en múltiples misiones y preparándolo todo ahora mismo.

El primer paso real será la misión Artemis 10, que llevará carga a la Luna en preparación para la misión a Marte. Luego, habrá la misión Artemis 11, que desplegará más carga en la Luna. Ambas misiones incluirán un viaje a la superficie lunar.

Pero la emoción real comienza con Artemis 12!
https://prozesa.com/?p=21195

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