⛈️ Prepárate para fenómenos meteorológicos infernales | 🎬 DOCUMENTAL
El clima está cambiando y debemos prepararnos para fenómenos meteorológicos infernales.

En 2024, El Niño estallará, ¡prepárate para eventos climáticos infernales!

Después de años de rezar a todos los santos del cielo por unas gotas de lluvia, los habitantes de California se encontraron inesperadamente lidiando con inundaciones devastadoras provocadas por la tormenta tropical Hilary en agosto pasado, que también afectó a México, Arizona y Nevada.

El diluvio provocado por Hilary causó inundaciones generalizadas y torrentes de escombros, con flujos de lodo, rocas y árboles que destruyeron hogares y negocios, y envolvieron a los automovilistas. Para ponerlo en perspectiva, ¡el desierto de Death Valley recibió más lluvia en un día de la que normalmente recibe en un año! Esto fue absolutamente extraordinario porque los huracanes rara vez azotan California. El primero golpeó sus costas solo en 1939, y el último ocurrió en 1997, hace más de 25 años.

Sin embargo, una cosa es cierta... ¡La mayoría de las tormentas que han llegado al 'Estado Dorado', como se llama a California, han ocurrido cuando otra fuerza cíclica de la naturaleza conocida como El Niño estaba en pleno apogeo!

El Niño no es un fenómeno nuevo, y su estudio ha evolucionado con el tiempo hasta el día de hoy. No es una corriente oceánica ni un capricho de la naturaleza de una sola vez; El Niño es un evento cíclico capaz de alterar el clima y muchos otros parámetros en todo el mundo.

Según los expertos, siguiendo las primeras señales también reportadas por el sistema de monitoreo de la misión Copernicus, un complejo programa de observación de la Tierra por satélite lanzado en 1998 por un consorcio de agencias espaciales, ahora podemos decir que El Niño está regresando, y es probable que sea un gran regreso porque sus disrupciones podrían combinarse con el cambio climático en curso. El temor, en particular, es que un evento de El Niño muy fuerte en 2024 podría convertirlo en el año más caluroso jamás registrado en nuestro planeta. ¡Síguenos si quieres saber más!

El documental:

https://youtu.be/mchC-3Arm70

Fenómenos meteorológicos infernales:

El Niño es un fenómeno climático que ocurre cada pocos años en el Océano Pacífico. Se caracteriza por un calentamiento anormal de las aguas superficiales frente a la costa occidental de Sudamérica, lo que provoca cambios en la circulación atmosférica y afecta el clima en muchas regiones del mundo. El Niño puede provocar sequías, inundaciones, tormentas, incendios y otros eventos climáticos extremos.

Hace muchos años, este fenómeno era menos violento porque ocurría en un planeta con temperaturas más bajas y aún no deteriorado por la crisis climática. Ahora la historia es diferente: podemos esperar nuevos récords de calor, aunque es difícil predecir qué sucederá realmente. Pero, ¿cómo se forma El Niño y cuáles son sus consecuencias? Para entender esto, primero debemos conocer las condiciones estándar del Océano Pacífico.

En condiciones normales, los vientos alisios (los mismos que empujaron las naves de Cristóbal Colón de Europa a América en el Atlántico) soplan de este a oeste, empujando las aguas superficiales hacia Asia y Australia. Esto crea una diferencia de presión entre los dos lados del océano: presión más alta en el este y presión más baja en el oeste. Esta diferencia fortalece los vientos alisios, que a su vez empujan aún más agua hacia el oeste. Esto crea una corriente circular llamada 'célula de Walker'.

La célula de Walker tiene dos efectos principales: por un lado, enfría las aguas superficiales en el este, promoviendo el afloramiento de aguas profundas y ricas en nutrientes que sustentan la vida marina y la pesca. Por otro lado, calienta las aguas superficiales en el oeste, creando una masa de agua cálida llamada 'piscina cálida', que se extiende desde Indonesia hasta las islas centrales del Pacífico. Esta masa de agua cálida calienta el aire por encima de ella, creando nubes y lluvia.

Sin embargo, de vez en cuando, los vientos alisios se debilitan o cambian de dirección, permitiendo que la masa de agua cálida se desplace hacia el este. Esto marca el comienzo de El Niño.

El Niño interrumpe la célula de Walker, reduciendo la diferencia de presión entre los dos lados del océano y debilitando aún más los vientos alisios. El agua cálida se extiende hacia Sudamérica, suprimiendo el afloramiento de aguas profundas y ricas en nutrientes, lo que conduce a una disminución de la vida marina y la pesca.

Entonces, uno podría preguntarse, ¿por qué preocuparse por un fenómeno de importancia local que solo afecta a la costa oeste de Sudamérica? Desafortunadamente, las cosas no son tan sencillas. Ahora está establecido que El Niño tiene efectos globales, alterando los patrones de circulación atmosférica e influyendo en el clima en otras regiones.

Por ejemplo, El Niño puede provocar inviernos más suaves en América del Norte y Europa, pero también más tormentas en California y el Golfo de México. El Niño puede intensificar huracanes en el Atlántico oriental al tiempo que los reduce en el Pacífico occidental. Además, El Niño puede afectar la producción agrícola, la salud humana, la biodiversidad y las economías de muchos países.

Además, el Océano Pacífico tropical es tan vasto que un aumento de la temperatura superficial de solo uno o dos grados es más que suficiente para perturbar el clima global. Un océano ligeramente más cálido evapora más agua, calentando la atmósfera y alimentando las tormentas tropicales.

El movimiento convectivo (una forma en que se transfiere el calor, típica de los fluidos) luego transporta esta energía adicional hacia regiones más frías al norte y al sur, a ambos lados del ecuador. La rotación de la Tierra también propaga esta energía hacia el este. El resultado neto es una redistribución generalizada de calor y humedad. En terminología climática, El Niño es un excelente ejemplo de la "teleconexión" de los sistemas meteorológicos globales.

La corriente cálida de El Niño puede durar típicamente de 9 a 12 meses, pero no es raro que su ciclo de actividad persista hasta por 18 meses. Por lo general, alcanza su punto máximo entre diciembre y febrero, pero puede ocurrir en cualquier época del año.

El Niño fue nombrado en el siglo XIX. En ese momento, los pescadores del norte de Perú notaron que casi todos los años, alrededor de finales de diciembre, cerca de Navidad, había un aumento de la temperatura del agua del mar. Atribuyeron este calentamiento a la llegada de una corriente oceánica cálida, a la que llamaron la corriente "El Niño" en referencia al niño Jesús (el niño Jesús en español). Para ellos, y aún hoy, es una cuestión de supervivencia económica: los vastos y relucientes bancos de anchoas de los que depende su sustento prefieren las aguas más frías y desaparecen cuando llega El Niño.

Sin embargo, cuidado... El Niño no es un evento aislado, sino que forma parte de un ciclo natural llamado ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), que alterna entre fases de calentamiento (El Niño) y enfriamiento (La Niña) del Océano Pacífico. La Niña es lo opuesto a El Niño: ocurre cuando los vientos alisios son más fuertes de lo habitual, empujando más agua fría hacia el este y más agua cálida hacia el oeste.

La Niña tiene efectos climáticos opuestos a los de El Niño: por ejemplo, La Niña puede causar inviernos más fríos en Norteamérica y Europa, pero también más lluvia en Indonesia y Australia. Lo que quizás no se ha enfatizado lo suficiente al hablar del calentamiento global en los últimos años es que los valores registrados en 2022 y 2021 están muy cerca de los récords absolutos, pero se produjeron en años "enfriados" por La Niña. ¡Y siguen siendo más cálidos que los años marcados por El Niño, incluso los muy recientes!

Por lo tanto, El Niño es un fenómeno complejo y fascinante que nos muestra cómo el clima es el resultado de un delicado equilibrio entre el océano y la atmósfera, y cómo las variaciones en una parte del mundo pueden tener repercusiones en otra. El Niño también nos desafía a comprender mejor los mecanismos que regulan el clima y a predecir sus cambios futuros para poder adaptarnos y mitigar sus impactos negativos.

Pero, ¿por qué te contamos todo esto? La razón es sencilla... según cientos de expertos, en 2024, el mundo podría presenciar un evento climático sin precedentes que podría tener consecuencias catastróficas para el clima de la Tierra y la vida.

Según las últimas previsiones, 2023 y, especialmente, 2024 podrían presenciar un evento de El Niño muy fuerte, que podría establecer un récord de temperaturas medias mundiales y acercar al planeta más que nunca a un umbral de calentamiento que los científicos y los responsables políticos advierten que podría ser potencialmente perjudicial.

Según algunas estimaciones, 2024 podría ser el primer año en que la temperatura mundial supere los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, un umbral que se considera crítico para evitar los impactos más graves del cambio climático. Esto significa que el mundo podría experimentar efectos irreversibles como el deshielo polar, el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad, el aumento de las enfermedades infecciosas y la reducción de la seguridad alimentaria.

Además, el fuerte evento de El Niño podría alterar los patrones climáticos a largo plazo, cambiando la distribución de la energía entre los trópicos y las regiones polares, influyendo en la circulación termohalina oceánica y modificando los ciclos biogeoquímicos del carbono, el nitrógeno y el agua.

Estas repercusiones podrían afectar a la biodiversidad, la agricultura, el agua potable, la salud humana y la seguridad mundial. Las consecuencias catastróficas de superar el umbral de 1,5 °C son numerosas e interconectadas. Algunas de las principales son:

- El derretimiento del hielo polar y los glaciares de alta montaña, lo que provoca el aumento del nivel del mar y la pérdida de hábitat para muchas especies animales y vegetales. Se estima que, con un aumento de temperatura de 1,5 °C, el nivel del mar podría subir unos 0,4 metros para 2100, mientras que un aumento de 2 °C provocaría una subida de 0,6 metros. Esto pondría en riesgo a las poblaciones e infraestructuras costeras, exponiéndolas a fenómenos como la erosión, la intrusión salina, las inundaciones y las tormentas.

- La acidificación de los océanos se produce cuando el dióxido de carbono absorbido por el agua forma ácido carbónico, lo que reduce el pH del océano. Este proceso daña a los organismos marinos que forman conchas o esqueletos de carbonato de calcio, como los corales, los moluscos y los crustáceos.

- La pérdida de biodiversidad terrestre y acuática se produce cuando las especies no logran adaptarse a los cambios climáticos y pierden sus hábitats o fuentes de alimento. Con un aumento de temperatura de 1,5 °C, el 6% de los insectos, el 8% de las plantas y el 4% de los vertebrados podrían perder más de la mitad de su rango climático para 2100. Con un aumento de 2 °C, estos porcentajes se elevarían al 18%, 16% y 8%, respectivamente.

- El aumento de las enfermedades infecciosas se produce cuando el cambio climático favorece la propagación de patógenos o vectores como los mosquitos o las garrapatas. Según un estudio reciente, un aumento de temperatura de 1,5 °C tendrá consecuencias catastróficas e irreversibles para la salud, incluido el aumento de las enfermedades infecciosas. Estas enfermedades pueden afectar tanto a los seres humanos como a los animales, causando muertes, discapacidades y costes sanitarios.

- La inseguridad alimentaria reducida ocurre cuando el cambio climático reduce la disponibilidad y la calidad de los alimentos, afectando directamente a los cultivos y al ganado e indirectamente a las cadenas de suministro y distribución.

Con un aumento de temperatura de 1,5 °C, la producción mundial de trigo podría disminuir en un 2%, mientras que un aumento de 2 °C podría provocar una disminución del 7%. Del mismo modo, la producción mundial de maíz podría disminuir en un 7% con un aumento de temperatura de 1,5 °C y en un 12% con un aumento de 2 °C. Esto pondría en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición de millones de personas.

- Otra consecuencia nefasta de un El Niño particularmente fuerte es el aumento de las enfermedades. Los virus se replican más rápidamente en vectores como los mosquitos a medida que aumentan las temperaturas. Los mosquitos también pican con más frecuencia en el calor.

Las fuertes lluvias crean más sitios de reproducción para los insectos, al igual que la sequía cuando las personas recolectan más agua en recipientes accesibles. Una investigación recopilada por la Organización Mundial de la Salud encontró que las condiciones de sequía asociadas con El Niño durante dos décadas aumentaron los casos de malaria en Colombia y Venezuela en más de un tercio.

Un fuerte El Niño en 1997-98 estuvo relacionado con grandes brotes de malaria en Etiopía, Kenia y Uganda. Las fuertes lluvias y las inundaciones de este año han exacerbado la peor epidemia de dengue de la historia de Perú, abrumando los hospitales del norte.

- Las inundaciones pueden provocar una mala higiene, lo que provoca un aumento de las enfermedades diarreicas. El desplazamiento y el hacinamiento después de un desastre exacerban estas epidemias. Si el Cuerno de África estuviera realmente empapado de lluvia, es probable que haya un aumento de casos de cólera.

- La malnutrición empeora la vulnerabilidad a las enfermedades, especialmente entre los jóvenes y los ancianos. Save the Children, una organización benéfica, sostiene que la agitación provocada por El Niño 2015-16 dejó a 6 millones de niños más desnutridos en todo el mundo, tres veces el número afectado de manera similar por el COVID-19. Y la pandemia ha dejado los servicios de salud sobrecargados y debilitados.

Estas son solo algunas de las catastróficas consecuencias que podrían derivarse de superar el umbral de calentamiento global de 1,5 °C en 2024. Estos son escenarios que no podemos permitirnos afrontar, ni medioambiental ni social ni económicamente.

Por eso es urgente tomar medidas ahora para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global a un máximo de 1,5 °C. Solo entonces podremos salvaguardar nuestro planeta y nuestro futuro.

¿Cómo podemos hacer frente a El Niño? El Niño es un fenómeno natural que no podemos prevenir ni controlar. Sin embargo, podemos intentar vigilar su desarrollo y prepararnos para sus efectos, tanto individual como colectivamente.

Para vigilar El Niño, podemos utilizar diversas herramientas de observación y predicción, como satélites, boyas oceánicas, modelos climáticos e indicadores estadísticos. Estas herramientas nos permiten seguir la evolución de las condiciones oceánicas y atmosféricas y anticipar los impactos de El Niño en diferentes regiones del mundo.

Para prepararnos para sus efectos, podemos adoptar diversas medidas de adaptación y mitigación, como la gestión de los recursos hídricos, la protección de los cultivos y el ganado, la prevención de enfermedades y desastres, la cooperación internacional y la asistencia humanitaria.

Estas medidas nos permiten reducir la vulnerabilidad de las poblaciones y los ecosistemas a los efectos negativos de El Niño y aprovechar las oportunidades positivas que puede ofrecer.

Sin embargo, estas acciones no son suficientes si no abordamos las causas profundas del cambio climático, que hace que El Niño sea más frecuente e intenso. Para ello, debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover un desarrollo sostenible y resiliente. Solo de esta manera podremos evitar que fenómenos como El Niño sean cada vez más peligrosos para el futuro del planeta y la humanidad.

Independientemente de cómo resulte, lo que es seguro es que no podremos hacer frente a las temperaturas infernales que afrontaremos el próximo año. Para esas, no queda nada por hacer. Será un escenario infernal.

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